A cada año que empieza
tenemos la oportunidad de rever
nuestras vidas, repasar nuestros objetivos, fijar nuevos retos… Esto es bueno,
pero ¿Qué te parece si utilizamos estos
días de vacaciones para hacer un repaso en nuestros cajones, armarios, en las
ropas y calzados que no usamos y que seguimos guardando…
Ordenar nuestra casa
puede ser una buena terapia para nuestra
vida porque nuestra casa es un reflejo
de nuestra vida. Hay estudios que muestran que una persona que mantiene una
casa ordenada también ordena mejor sus emociones.
Muchas veces por temor a discusiones mantenemos temas
cruciales para nuestras vidas aparcados y cuando eso pasa el flujo del amor puede estancar. Es necesario
hablar de los temas importantes y para
eso también es necesario elegir lo que
hablar, cómo hablar y dónde hablar.
No obstante Aaron Beck el creador de la
terapia cognitiva afirma que son los
pensamientos tóxicos los responsables por envenenar nuestras relaciones matrimoniales o cualquier relación. ¿Qué quiere decirnos
con esto? Muchos de nuestros
intercambios emocionales están prefigurados por “pensamientos automáticos” o sea, o que sentimos en lo más profundo de
nuestro ser determinará nuestro
pensamiento y nuestra respuesta hacía el otro. Si amo, respeto y admiro a mi cónyuge y si un día me contesta
mal o me grita, puedo sentir molesta, pero pienso – ha tenido un mal día, ya le
pasará…. Entonces me disculpo y me callo. Lógicamente posteriormente se disculpará. Pero si ya tengo una lista de
ofensas y le siento rencores pienso - no tiene ningún derecho a tratarme así y en seguida
le contesto con gritos y ofensas ya que me siento injustamente ofendida por él. Mi reacción está basada en el sentimiento de
que soy una víctima inocente de esta relación. Según Aaron Becker estos
pensamientos y sentimientos tóxicos
pueden mantenernos secuestrados impidiéndonos de reanudar nuestra relación.
Una de los sentimientos reparadores que recibimos de Dios es
el sentimiento de perdón. Perdonar libera el amor de nuestro corazón hacía a
nuestros seres queridos. Recordar una
ofensa demándanos mucha energía porque todo
el rato tenemos que pensar, sentir y
mantener todo este sentimiento de odio hacía el otro. Por otro tenemos recursos
emocionales y espirituales para el olvido. Olvidar una ofensa es más fácil que acordarse de
ella. ¡Qué maravilla Dios nos ha creado para el perdón!
“Hijos
míos, no amemos de palabra ni de labios
para afuera, sino con hechos y de verdad”
Primera
carta de Juan 3:17
Ordenar la ropa aunque que no tengas armarios......
Ordenar la cocina.......
Ordenar los alimentos......
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