La vida en familia es el proyecto más arriesgado del ser humano. Cuando elegimos nuestra pareja no prevemos todas las implicaciones que ese hecho demanda. Aún que vivimos en la era de las comunicaciones, la comunicación cotidiana en familia representa un desafío constante. Sea porque ni siempre nos miramos a los ojos al hablar, sea por las muchas informaciones que debemos repetir diariamente o por el poco tiempo que disponemos.
Sin embargo, es necesario dedicar más atención a nuestra comunicación diaria con el fin de mejorarla, pues es por la comunicación que nos vienen los conflictos más grandes y las bendiciones más grandes. Como ayuda a todos nosotros me gustaría sugerir algunas reglas preparadas por especialistas:
1. Busque un momento diario para orar juntos, el uno por el otro, y leer la Biblia. Ore siempre antes de presentar la dificultad a su pareja y le pida a Dios sabiduría y oportunidad adecuadas para conversar y colocar todo con amor. Recuerden que Dios es el Dios que siempre se comunicó y todavía se comunica con nosotros.
2. Si deseas llamar la atención de tu pareja y lograr que te escuche con ganas de colaborar, acércate de forma agradable. Si nos acercamos con acusaciones, lo más probable es que el otro actúe en la defensiva y se predisponga negativamente.
3. Espere el momento oportuno para tratar del problema. No conseguimos nada acercándonos de forma agradable en el momento inadecuado. Lo mejor es pedir a nuestra pareja que determine el mejor momento.
4. Al presentar el problema sea específico, haga un abordaje concreto. Un abordaje vago generalmente recibe respuestas vagas.
5. Diga lo que te gustaría, no lo que no te gusta. Se abordas el problema explicando lo que no te gusta, estará asumiendo una postura crítica y negativa de abordaje del tema, y esa no es la mejor manera de obtener colaboración. Si decimos lo que nos gustaría hacemos una petición, que siempre es mucho más agradable que una crítica.
6. Exprese su parte de responsabilidad. Si somos capaces de expresar nuestra responsabilidad cuanto al tema tratado es más fácil que el otro también asuma su propia responsabilidad.
7. Exprese sus sentimientos. A veces, tratamos las cosas de forma demasiadamente práctica y racional. Así, damos la impresión de que somos calculistas. Si los sentimientos no se expresan, el otro supone que los sentimientos no importan.
8. "El bueno si breve es dos veces bueno". Sea capaz de expresar las cosas evitando divagaciones. El ideal es que esboce los puntos principales que quieras tratar.
9. Evite traer a la tona cosas del pasado. Hablar del presente es ser realista, es enfocar los problemas con el fin de solucionarlos, y hablar del futuro implica confianza de que los problemas serán resueltos.
10. Siempre ofrezca alternativas de solución. Cuando nos limitamos a exponer los hechos ante una dificultad, atribuimos al otro la total responsabilidad de encontrar la salida y damos a entender que no somos cómplices en la búsqueda de soluciones.
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” - 1Co 13.4-7
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